RECONCILIACIÓN
Párroco : Padre Ignacio Tapia
Asistente Pastoral: Diácono Reynaldo Merino
Horario : Lunes a Jueves: 9:00am - 6:00pm
Viernes: 9:00am – 5:00pm
Gerente de oficina: Betty Soto
Secretaria : Mariela Longoria
Dirección : 4501 Santa Engracia Mission, TX 78572
Teléfono : (956)580-4551 Fax: (956)580-4550
E-mail: sancristobalm@att.net
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Nacer, Ser, Hacer
Hoy en la conmemoración de la Inmaculada Concepción quiero orientar mi meditación a tres aspectos en la vida de la Santísima Virgen, en los cuales podemos apreciar lo que Dios quiso a bien hacer en su vida y cómo ese modelo puede ayudarnos a caminar en nuestra jornada de fe.
Nacer
Al llegar la plenitud de los tiempos, Dios envió a su Hijo único Jesucristo a redimir al mundo de la muerte y del pecado. Dios eligió a la Virgen María para que fuera el medio por el cual el Salvador viniera al mundo. En la tradición de la Iglesia, conmemoramos su nacimiento el 8 de septiembre.
Para la Virgen María, Dios eligió unos padres santos, San Joaquín y Santa Ana. Padres que influyeron significativamente en la espera, el nacimiento y la formación de la Virgen María. Padres que contribuyeron significativamente en la santidad de la Virgen María, su ejemplo y cuidado la prepararon para estar dispuesta a cumplir la voluntad de Dios.
Ser
Hoy celebramos quién es la Virgen María. La nombramos Inmaculada porque Dios la preservó del pecado original. Dios la creó de la misma manera que creó a Eva, la primera mujer, preservándola de la corrupción del pecado, con el cual todos los seres humanos nacemos.
El misterio en el cual Dios hace esta elección queda justificado en la dignidad de la misión que conlleva el que en ella se posará el Espíritu Santo y fecundará su vientre.
Dios la preparó para que fuera el Vaso espiritual, el Vaso digno de Honor, el Vaso insigne de devoción. Un Vaso puro, santo, sin ninguna mancha de pecado antes y después de la llegada de nuestro Señor Jesús.
Hacer
La esencia del hacer en la vida de la Virgen María lo identificamos en dos momentos: el día de la Anunciación en la que el ángel le comunica el deseo de Dios de hacerla Madre del Salvador, la respuesta de la Virgen, que la hace parte integral de toda su vida, “- he aquí la esclava del Señor, hágase en mi según tu palabra -.”
Y en un segundo momento en las bodas de Caná, donde los invitados se quedaron sin vino. María le dice a los que servían, “hagan lo que Él les diga.”
Jesús confirma que la Virgen María hace la voluntad del Padre cuando dice, mi madre y mis hermanos es quien cumple la voluntad del Padre.
Al tomar como modelo la vida de la Virgen María, podemos como en un espejo reflejar lo que Dios tuvo a bien hacer en cada uno de nosotros; lo que Dios decidió e hizo en ti y en mí.
Nacer
Dios decidió el año y las circunstancias de la vida en las que vinimos a este mundo. Dios nos eligió unos padres para que fueran el medio conductor. Dios nos puso en medio de una familia con características particulares que marcaron la forma en la que fuimos esperados, recibidos y formados. Nosotros no tuvimos forma de elegir ninguna de las personas o circunstancias mencionadas. Quitarnos esa responsabilidad nos puede liberar de muchos aspectos que nos castigan con preguntas que no tienen respuesta, Dios es el autor de todo y por fe sabemos que todo lo que Dios hace es bueno, aunque lo aparente no lo represente.
Ser
La versión de lo que somos no depende completamente de cada uno de nosotros. Dependemos de un sinfín de cosas y circunstancias. Cuando he tenido la oportunidad de platicar con gente en la cárcel les comparto esta verdad. “- de lo que eres y has hecho, no eres cien por ciento responsable, mucho de lo bueno, pero desgraciadamente mucho de malo que has hecho, depende de los algoritmos mezclados en tu vida -” ¡Qué material de vida! ¡Dios te eligió unos padres imposibles! Las personas que debían amarte y procurarte, han sido las personas que más te han abandonado y lastimado. Qué podías hacer sino aprender a defenderte, aprender a procurar el mal para asegurar un bien ausente. Por lo que mucho de lo malo que has hecho, ante Dios, no eres responsable y si no eres responsable, para Dios no eres culpable. Dios te ama sin importar lo que hayas hecho, eres su hijo, su hija.”
Hacer
Con frecuencia nos sentimos confundidos en la dirección y rumbo que nuestra vida va tomando. Nos cuesta identificar los por qué y para qué. Nos envuelve la velocidad de la vida en la que el hacer se convierte en nuestro eje, pero un hacer que poco reflexionamos. La satisfacción de ver terminado lo que planeamos o la adquisición de los bienes que poseemos, no garantiza una estabilidad en las emociones, no nos lleva a sentirnos plenos. El reconocernos imperfectos es el punto de partida para trabajar en lo que podemos mejorar. Considerar el trato que le damos a los demás, puede ayudarnos a pensar en las áreas de nuestro hacer en las que debemos trabajar. Llevar a cabo un hacer con propósito puede representar un buen punto de partida que nos permita identificar hacia donde vamos.
Hagan los que Él les diga…
Padre Nacho
Miércoles 24 de Abril
Del oficio de la lectura de hoy miércoles.
Del tratado de san Hilario, obispo, sobre la Trinidad.
LA ENCARNACIÓN DEL VERBO Y EL SACRAMENTO DE LA EUCARISTÍA NOS HACEN PARTÍCIPES DE LA NATURALEZA DIVINA
Si es verdad que la Palabra se hizo carne y que nosotros, en la cena del Señor, comemos esta Palabra hecha carne, ¿cómo no será verdad que habita en nosotros con su naturaleza aquel que, por una parte, al nacer como hombre, asumió la naturaleza humana como inseparable de la suya y, por otra, unió esta misma naturaleza a su naturaleza eterna en el sacramento en que nos dio su carne? Por eso todos nosotros llegamos a ser uno, porque el Padre está en Cristo y Cristo está en nosotros; por ello, si Cristo está en nosotros y nosotros estamos en él, todo lo nuestro está, con Cristo, en Dios. Hasta qué punto estamos nosotros en él por el sacramento de la comunión de su carne y de su sangre, nos lo atestigua él mismo al decir: El mundo no me verá, pero vosotros me veréis y viviréis, porque yo sigo viviendo. Porque yo estoy con mi Padre, y vosotros conmigo, y yo con vosotros. Si hubiera querido que esto se entendiera solamente de la unidad de la voluntad, ¿por qué señaló como una especie de gradación y de orden en la realización de esta unidad? Lo hizo, sin duda, para que creyéramos que él está en el Padre por su naturaleza divina, mientras que nosotros estamos en él por su nacimiento humano y él está en nosotros por la celebración del sacramento: así se manifiesta la perfecta unidad realizada por el Mediador, porque nosotros habitamos en él y él habita en el Padre y, permaneciendo en el Padre, habita también en nosotros.
Así es como vamos avanzando hacia la unidad con el Padre, pues, en virtud de la naturaleza divina, Cristo está en el Padre y, en virtud de la naturaleza humana, nosotros estamos en Cristo y Cristo está en nosotros. El mismo Señor habla de lo natural que es en nosotros esta unidad cuando afirma: El que come mi carne y bebe mi sangre habita en mí, y yo en él. Nadie podrá, pues, habitar en él, sino aquel en quien él haya habitado, es decir, Cristo asumirá solamente la carne de quien haya comido la suya.
Ya con anterioridad había hablado el Señor del misterio de esta perfecta unidad al decir: El Padre que vive me ha enviado, y yo vivo por el Padre; del mismo modo, el que me come vivirá por mí. Él vive, pues, por el Padre, y, de la misma manera que él vive por el Padre, nosotros vivimos por su carne. Toda comparación trata de dar a entender algo, procurando que el ejemplo propuesto ayude a la comprensión de la cuestión. Aquí, por tanto, trata el Señor de hacernos comprender que la causa de nuestra vida está en que Cristo, por su carne, habita en nosotros, seres carnales, para que por él nosotros lleguemos a vivir de modo semejante a como él vive por el Padre.