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LA FE

 

Citas bíblicas: Jn 10,38; 2 Cor 4,7; Lc 7,50; 17,19; Mc 5,21; 5,34; 10,52; Mt 10,28; 13,58; Hb 12,1-2

Numerales del CIC: 143, 144, 150, 153, 154, 155, 156, 160, 162, 164, 165, 1803, 1804, 1812, 1813, 1814

 

 

• La fe es un acto del intelecto (razón) orientado por el Espíritu de Dios.

• La fe se obtiene por la gracia que Dios infunde en los seres humanos. 

• La fe se puede interpretar como una pequeña semilla plantada por Dios en el alma de cadaser humano en su nacimiento.

• Nacemos con el interés de conocer a Dios, razón por la cual, la civilización a través de la historia está fuertemente interesada en tener una relación con Dios. San Agustín lo explica diciendo: “Nos hiciste Señor para ti, y nuestro corazón está inquieto hasta que descanse en ti.” 

• La fe se otorga, además, de una forma muy especial cuando recibimos los sacramentos. 

• La fe está fuertemente condicionada por la voluntad de cada persona.

 

 

Tomando como base la idea del filósofo griego Aristóteles que dice, que a los seres humanos no se les enseñe a pensar, sino que se les dice cómo pensar; esta idea se puede aplicar también a la fe, que tampoco se les enseñe a tener fe, más bien, se les enseñe a cómo tener fe, es decir a cómo creer. 

 

Uno de los grandes motivos por los cuales Jesús vino al mundo, fue para enseñarnos a los seres humanos a cómo creer.  En Jn 10,38 Jesús nos invita a creer en Él ya que da evidencia de su poder, las obras que hace, corresponden a que Él es Dios. Por lo que ya no se trata de investigar quién es Dios, sino de creer que verdaderamente Jesús es el Hijo de Dios, por lo tanto, es Dios. 

 

Cualquier persona tiene la libertad de creer en lo que quiera, sin embargo, eso no significa que aquello en lo cual cree, es verdadero. Jesús se proclama como la Verdad, de esa manera sabemos que, si creemos en Él, estamos en la Verdad. 

Si una persona cuenta con la gracia, pero por voluntad (libertad) decide no creer, la fe se disminuye y hasta puede perderse. Las Sagradas Escrituras afirman que llevamos la fe como en vasijas de barro 2 Cor 4,7, lo que habla de su fragilidad y la disposición personal que debemos de tener de cuidarla. 

 

Aristóteles habla también de que todo cuanto existe tiene materia y forma. La materia es: de lo que cada cosa está hecha y la forma es: el propósito para lo cual existe; bien se puede decir que la forma es el espíritu de cada cosa. Una mesa, por ejemplo, su forma es del material que está hecha, madera, metal, piedra, y la forma de la mesa es el propósito para el cual está hecha, para comer, trabajar, etc. 

El ser humano, cuenta también con materia y forma, es decir, materia y espíritu. La materia es su cuerpo y la forma es para lo que está hecho. 

Decimos que, si una mesa es partida a la mitad, pierde parte de su forma y muy posiblemente el propósito para lo cual está hecho también. No se podría comer en una mesa que cuenta solo con dos patas. Así también el ser humano, cuando no identifica el motivo por lo cual está en este mundo, puede también perder su espíritu. La fe, es una guía que el espíritu obtiene para encontrar su propósito. 

 

Jesús en el evangelio anuncia varios milagros que ocurren gracias a la fe de las personas… “vete tu fe te ha sanado” Lc 7,50; 17,19; Mc 5,21; 5,34; 10,52. Pero también denuncia que, por falta de fe de las personas, no hizo algunos milagros Mt 13,58.

 

La Congregación de las hermanitas de los pobres, congregación religiosa que en muchas partes del mundo atienden asilos de ancianos tiene como principio de consagración, en referencia a cuidar el cuerpo de los ancianos, “cuidar el cuerpo, para que puedan cuidar su alma.” 

 

La fe hace una integración de lo que estamos hechos los seres humanos, de cuerpo y alma. 

Un espíritu roto puede descuidar el cuerpo y viceversa. 

Las Sagradas Escrituras nos previenen diciendo…Y no teman a los que matan el cuerpo, pero no pueden matar el alma; teman más bien a aquel que puede llevar a la perdición alma y cuerpo en la gehena Mt 10,28.

También nosotros, teniendo en torno nuestro, tan gran nube de testigos, sacudamos todo lastre y el pecado que nos asedia, y corramos con fortaleza la prueba que se nos propone, fijos los ojos en Jesús, el que inicia y consuma la fe. Hb 12,1-2.

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